Disminuir la densidad educacional en un 62,5%, es uno de los desafíos que impone, a las instituciones de educación superior, el retorno a la presencialidad en tiempos de crisis sanitaria. Para ello, los planteles universitarios deben realizar un ejercicio de optimización de sus plantas físicas, desarrollando estudios tendientes a liberar espacio y planificar adecuadamente el tránsito hacia el trabajo y la docencia en línea.
Ese fue uno de los temas que se abordó en el encuentro Retorno y Presencialidad: Desafíos Múltiples para las Universidades Regionales, organizado por la Universidad de Concepción junto a la Comisión de Infraestructura de la Agrupación de Universidades Regionales de Chile, AUR.
Al respecto Marco Muñoz, de la Universidad de Playa Ancha y Coordinador de la Comisión AUR de Infraestructura y Logística Universitaria, mencionó las recomendaciones de CEPAL y UNESCO que señalan que, en el escenario actual, considerando las lecciones que hasta ahora nos deja la pandemia, repensar la educación, sus propósitos y formatos, se vuelve esencial.
Por ello, dijo, “se hace imperativo un estudio de cabida, determinando cuál es la nueva capacidad de infraestructura de cada institución, en virtud de las recomendaciones de Organización Mundial de la Salud, OMS, y de su impacto en la carga de ocupación. Esto constituye un elemento fundamental para determinar en cada uno de los planteles qué actividades se pueden llevar a cabo de manera presencial, cuántas personas se necesitan para operar, cuántos alumnos se puede recibir, y cuáles son las habilitaciones y adecuaciones a tomar en cuenta a objeto de volver a la presencialidad en un escenario debidamente planificado”.
Muñoz fue el primero de los expositores en el encuentro que convocó a representantes de las vicerrectorías académicas, de asuntos económicos, de vinculación con el medio, de postgrado y de investigación de los 22 planteles regionales, y en el que se abordaron aspectos relativos a los ajustes que se han debido realizar en infraestructura, en los procesos educativos y los impactos económicos, a corto y largo plazo, como resultado de la contingencia sanitaria.
La actividad fue encabezada por Patricio Sanhueza, Presidente AUR y Rector Universidad de Playa Ancha y, por parte de la Universidad de Concepción estuvieron presentes Miguel Quiroga, Vicerrector de Asuntos Económicos y Administrativos, quien además expuso; Claudia Muñoz, Vicerrectora de Relaciones Institucionales y Vinculación con el Medio, y Rodolfo Walter, Decano de Ciencias Jurídicas y Sociales, y Secretario General de AUR. Condujo y moderó el encuentro Alejandro Tudela, Director de Servicios UdeC e integrante de la Comisión AUR de Infraestructura y Logística Universitaria.
Transformaciones que deberían quedarse
En su presentación, Marco Muñoz señaló que estamos frente a un momento de cambios importantes, en el que se inicia el camino hacia una nueva concepción de espacios universitarios, de espacios educativos, laborales y de esparcimiento. “Todo lo que logremos avanzar desde hoy, determinará el futuro de la infraestructura universitaria”, dijo.
Además de considerar desafíos que ha dejado la crisis sanitaria entendida bajo un enfoque sindémico, Muñoz llamó a tomar en cuenta la situación social que vive la región latinoamericana y que en Chile ha tenido ribetes de alto impacto.
“Es necesario transitar hacia nuevas formas de comunicación, nuevas formas de reunirse, a objeto de optimizar el tiempo. Esto implica una alta inversión en infraestructura que contempla equipos, equipamientos, servidores, repositorios, sistemas de seguridad de datos, softwares, licencias, capacitación, nuevas instalaciones, redes, voz, cableado de datos, entre muchos otros aspectos. Respecto de lo que significa invertir para fortalecer aquellas actividades que deban desarrollarse presencialmente, se deberán enfrentar cambios en la concepción de los lugares de trabajo y una distribución espacial de plantas libres”, dijo, señalando que es preciso abordar planes de retorno a corto, mediano y largo plazo.
Posteriormente, David Figueroa, Vicerrector Académico de la Universidad Católica de Temuco y Coordinador de la Comisión CRUCH de Vicerrectorías Académicas, se refirió a experiencias y recomendaciones para el retorno a la presencialidad en las universidades. A su juicio, lo vivido en 2020 entregó experiencia y manejo de ciertas situaciones, las que se han podido ir aplicando este 2021.
Figueroa se refirió a una encuesta aplicada a 25 universidades del CRUCH, la que, entre sus resultados, arrojó que los planteles ven como principal desafío el proceso de evaluación de aprendizajes, la calidad de lo aprendido y el ajuste del diseño institucional de asignaturas. En este contexto, el Vicerrector de la UCT señaló que las universidades comparten la importancia de un retorno a la presencialidad, con el objetivo de resguardar la formación de los estudiantes. Para ello, dijo, se “están realizando los esfuerzos necesarios para asegurar una formación de calidad, con foco en serie de adecuaciones y justes en la manera de impartir docencia”.
Figueroa agregó que el desarrollo de la docencia hibrida ha implicado transformaciones significativas en la manera de concebir la formación de los estudiantes y también en el desarrollo y dotación de tecnologías necesarias para su implementación.
“Finalmente, lo que nos va a quedar post pandemia, no será solo lo positivo de la implementación docencia en línea, herramienta que las universidades mantendremos como producto del cambio, de un nuevo paradigma. También, en el marco de la calidad de aprendizajes, el propio Ministerio de Educación deberá generar líneas de financiamiento para abordar actividades remediales, sobre todo en algunas disciplinas afectadas por falta de actividades prácticas”, dijo y mencionó además la necesidad de trabajar la salud mental de estudiantes y trabajadores.
Capacidad de respuesta y adaptación
Sobre el impacto económico que implica el retorno a la presencialidad expuso Miguel Quiroga, Vicerrector de Asuntos Económicos y Administrativos de la Universidad de Concepción y Coordinador de la Comisión AUR de Vicerrectorías Económicas.
A su juicio, el retorno a la presencialidad, con lo que implica el incremento del riesgo de contagio y el impacto en la salud, es un aspecto importante a considerar a la hora de evaluar los costos que se deben abordar en estos momentos.
“Las instituciones de educación superior (IES) hemos debido incluir nuevos costos para mitigar este impacto, como el seguro COVID para trabajadores e, incluso, estudiantes que deben realizar labora de manera presencial. En términos de operación, también se han debido adquirir materiales y servicios, así como adaptar infraestructuras, de manera de reducir riesgos en el desarrollo del quehacer universitario”, señaló.
Los niveles de trabajo más importantes, dijo el Vicerrector Quiroga, están relacionados con las personas y recursos humanos, y la adaptación a nuevos contextos, como mantención de becas de conectividad, equipamiento para el trabajo remoto/presencial y la capacitación en el uso de tecnologías. También mencionó el aumento de riesgos sicosociales con el consiguiente impacto en productividad.
“La presencialidad introduce otros costos y nuevos desafíos de adaptación, entre ellos, facilitar la adaptación de los trabajadores y estudiantes a este contexto. Las IES han tenido una enorme capacidad de respuesta para adaptarse rápidamente al nuevo contexto, contribuyendo incluso en la generación de conocimiento e innovación”, dijo Quiroga, pero lamentó que ciertas normativas han dificultado su financiamiento durante la contingencia.
Con más de 80 asistentes, en el encuentro virtual, las presentaciones dieron paso a preguntas y comentarios en los que se valoró la realización de instancias como ésta.
Finalmente, el cierre estuvo a cargo de Patricio Sanhueza, Presidente AUR y Rector de la Universidad de Playa Ancha. La autoridad señaló que “estamos en un momento histórico especial, de muchos cambios, en distintos órdenes, que también ha afectado a las universidades”.
A su juicio, el gran problema del retorno es el temor a la incertidumbre, principalmente por el miedo al contagio. ¿Qué hace la universidad frente a esto?, se preguntó. En ese sentido, se manifestó a favor de un proceso progresivo de retorno a la presencialidad. “No podemos regresar todos de un día a otro. Será posible volver a recuperar confianzas cuando demostremos que, efectivamente, están dadas las condiciones para evitar al máximo la existencia de contagios”, señaló.
Por ello, destacó como elementos fundamentales para tener mayores niveles de presencialidad, la progresividad, la flexibilidad, así como una buena programación y modalidad de este proceso según puedan los distintos planteles.
“La realidad es líquida, y se está trasformando en una realidad gaseosa. A enfrentar eso estamos desafiados y, obviamente, encuentros como éste nos permiten seguir debatiendo, intercambiando experiencias que nos permitan un buen retorno seguro”, concluyó.